Extinción de una Conducta Operante
La extinción de la conducta operante consiste en dejar de reforzar una respuesta que previamente había sido reforzada, lo que provoca que se vaya reduciendo la repetición con la que ocurre una respuesta ante un estímulo; llegando incluso a eliminarse la respuesta.
Usualmente esta extinción de la respuesta no es inmediata y varía la curva que mide la frecuencia de la respuesta al dejar de reforzar, inicialmente sube y luego va bajando gradualmente hasta tener niveles de respuesta mínimos.
Se contemplan tres parámetros en el proceso de extinción, que determinan la resistencia a la extinción:
Tasa de reducción de frecuencia en que se produce la respuesta.
Cuantas veces se produce la respuesta antes de desaparecer o llegar a su mínimo nivel.
Nivel final en el cual la frecuencia de respuesta no bajará por un lapso lo suficientemente apreciable.
Los parámetros se encuentran afectados por variables cuya aparición y actuación puede presentarse antes o durante la extinción.
Programa de reforzamiento a la conducta operante antes de la extinción.
Magnitud del reforzador antes de la extinción
Número de reforzamientos recibidos antes de la extinción
Número de extinciones previas que haya tenido el organismo.
Nivel de motivación del organismo durante la extinción.
Estas variables influyen directa o inversamente proporcionales a la extinción de la conducta operante. De tal manera que las tres primeras al ser más efectivas (la primera) o mayores (la segunda y tercera) implican mayor resistencia a la extinción. En la cuarta, cuanto mayor sea el número de extinciones previas, más rápido será la nueva extinción y en la quinta variable, cuanto mayor sea la motivación del organismo en la conducta reforzada, producto de un nivel de privación más intenso que el nivel de privación mantenido durante el reforzamiento, la extinción será más lenta.